SIGUE EL TIEMPO DE CONFINAMIENTO Y ESTAMOS A PRIMEROS DE ABRIL 2020. María Teresa Bengoechea Garatea. O.P.

SIGUE EL TIEMPO DE CONFINAMIENTO Y ESTAMOS A PRIMEROS DE ABRIL 2020
María Teresa Bengoechea Garatea. O.P.

Tiempo de confinamiento. Me resulta extraña la palabra, pero es una realidad y aquí estamos, con tiempo para todo lo que quiera programar, en tantas horas. Me siento demasiado privilegiada, aquí, en casa, y al mismo tiempo con posibilidades de todo tipo de comunicación, comulgando, con mucha gente con la que comparto vida, amistad, actividades sociales y pastorales. Mucha gente buena, emprendedora, y con extraordinarios valores que me han estado enriqueciendo constantemente. Así mismo con las actividades de cada día, entre nosotras, las Hermanas Dominicas, en Santander.

La invitación es siempre a volar. Y para eso, no hay edad. Somos parte de esta Tierra, y de más allá. Y esta Tierra está en mí, dentro de mí, con toda su realidad, con todo su misterio. Somos, existimos, unidos y unidas, y todo nos afecta y enriquece.


El texto “La Misa sobre el Mundo”, de Teilhard de Chardín, y el video de Oscar Lavin, sacerdote cántabro, basado en el texto y traído al momento presente, me ha dado pautas de profundización, oración y celebración. El video es vida todo él. Esto está mucho más allá de oracioncitas y estampitas. Una Misa con toda su grandeza y realidad mundial. Es la vida misma llevada al Altar del Mundo, toda la realidad actual, hecha pan y vino, esperanza, y dolor y cuanto se desee añadir. Otro modo de hacer Semana Santa.

Este tiempo da para muchos ratos de lectura, meditación y silencio. 

Los contenidos brotan desde adentro, desde la contemplación de la realidad y desde lecturas que nutren y te van ayudando a unirte a tu mundo cercano, más pequeño y al macro mundo. 

He aparcado algunas lecturas y me he enriquecido y he sufrido, también, escuchando y leyendo a Andy Robinson, qué gran periodismo, y a Noam Chomsky en su libro “Quién domina el mundo”. Así mismo “La herida perpetua”, de Almudena Grandes y “Un pueblo traicionado”, del historiador hispanista, Paul Preston”. Unos cuantos videos, sobre estos días revueltos, han completado mi mirada a la realidad. Se sufre un tanto, pero hay esperanza. Otros ratos con Mariá Corbí, en sus páginas sobre “calidad humana”.

Vas viendo que crece más y más la solidaridad entre el pueblo sencillo y el deseo de vivir en mayor cercanía. También, están los bien alejados en sus vacaciones, bien protegidos en sus Islas reales o fabricadas, con sus yates al lado, su bienestar creado sólo para ellos, y su oro bien guardado, y que no beneficia a nadie, en los búnkers subterráneos. Un mundo reducido y grandioso para ellos. 

Es muy doloroso saber de tantas muertes, ya sabemos que estamos de luto nacional, ya sabemos, no hace falta izar una bandera para ello. Muertes, sobre todo de mayores y sobre todo, en Residencias Privadas, construidas con dinero público, desfalcos a la Sanidad Pública y a la Dependencia, durante la Burbuja y más y que enriquecieron a unos cuantos de los Fondos Buitres, BB SERVEIS y más Púnicas, con bienes de bienes y pisos de pisos, arrebatados a nuestros mayores y sus familias al ir pagando las carísimas mensualidades. Pocos y mal pagados cuidadores y encargados de turno, sin que aparecieran para nada los dueños que se hacían millonarios. Bien se han visto, ahora, las consecuencias de tanta deficiencia de personal y de materiales, en lugares que parecían emblemáticos. ¡Que doloroso final para tantos mayores, qué estafas a sus vidas!.

Así mismo, las consecuencias nacionales de años y años, de recortes en Sanidad Pública y en Investigación Científica, el éxodo forzoso de médicos y enfermeras, el trasiego de materiales de Hospitales y Ambulatorios, a Centros Privados, toda esa realidad, que es imposible negar, ahora, se ha manifestado con mayor intensidad. Imposible, casi, surtir con toda la rapidez, en una pandemia mundial, de cuanto está haciendo falta en un momento tan crucial. Y aún así, ¡cómo se trabaja y con qué ánimos de salvar vidas!. Ya experimentamos quién es importante, de verdad, para todos.

El esfuerzo de los responsables, no cesa, siempre buscando lo mejor en un momento que requiere incluso improvisar, pues todo es nuevo. Y tampoco cesan las críticas malsanas, mal intencionadas, la creación constante de bulos y mentiras para dañar personas y proceso de trabajo. Faltan ideas de apoyo por parte de los que se creen “los sabios y los rectos”. Dañino es el orgullo por delante de la solidaridad y el servicio al pueblo. Es hora de legislar con justicia social, para no dejar en la cuneta a los más afectados en este parón de vida y actividades. Pero este particular no es del agrado de los sectores que siempre han mirado al pueblo como ciudadano segundón. Bastante dinero público se ha dado a quien más tenía, a los Bancos, y otros estamentos, recortando beneficios al pueblo durante años.

Es hora de aunar, resistir, apoyar, no de criticar cada idea, cada proyecto, cada paso. Es momento del SI a la vida, momento de conciencia de Patria, pues Patria no es una idea, Patria somos todos los ciudadanos en igualdad. A ver, ¿qué guaperas puede decir que es más patriota, que otros ciudadanos, en esta España?.

Y se escucha continuamente, de corazón, el: “Todo esto nos va a ayudar a cambiar”. Quiénes cambiaremos?. Y en qué dirección, desde dónde y hacia dónde?. ¿Cuidaremos más y apoyaremos, más, la Sanidad Pública, la Investigación Científica y la Educación?. No serán gastos, sino inversiones para beneficio del público común y corriente, que somos todos. 

Triunfarán con Jesús de Nazareth, con su Vida, su Muerte y Resurrección, la bondad que es cada ser humano, el compartir, la solidaridad, la justicia social, valores esencialmente humanos y cristianos, a pesar de la Central de Millonarios, ciudad de Davos, a pesar de las Financieras dragones, a pesar de los Fondos Buitres, a pesar del Fondo Monetario Internacional, que hace más pobres cada día.

Nos uniremos todos por un País, por un mundo más igualitario, no nos queda otra, y es el proyecto de vida, que nos legó Jesús de Nazareth, resumido en el “amaos los unos a los otros”, el gran mandamiento y la señal del cristiano, la señal por la que seremos reconocidos como seguidores de Jesús.