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Así surgió el Pesebre

En 2019 al firmar la carta apostólica Admirabile signum, el papa Francisco recordó que la historia de los pesebres de Navidad se remonta a días posteriores al 29 de noviembre de 1223, cuando el pontífice Honorio III le aprobó en Roma la Regla a San Francisco de Asís.

“Después de su viaje a Tierra Santa, aquellas grutas le recordaban de manera especial el paisaje de Belén. Y es posible que el Poverello (pobre) quedase impresionado en Roma, por los mosaicos de la Basílica de Santa María la Mayor que representan el nacimiento de Jesús, justo al lado del lugar donde se conservaban, según una antigua tradición, las tablas del pesebre”, escribió el Sucesor de Pedro

Quince días antes de la Navidad de 1.223, en Greccio (Italia), San Francisco le expresó a un hombre llamado Juan (Giovanni Velita) que deseaba “celebrar la memoria del Niño que nació en Belén” para “contemplar de alguna manera con mis ojos lo que sufrió en su invalidez de niño, cómo fue reclinado en el pesebre y cómo fue colocado sobre heno entre el buey y el asno”. Una pareja representaría María y José.

Juan “cumplió el deseo y el 25 de diciembre, junto a frailes y otras personas, San Francisco encontró el Pesebre con el heno, el buey y el asno”.

El de San Francisco de Asís “debemos considerarlo como el origen del “pesebre viviente”


El papa Francisco anunció indulgencia plenaria para católicos hasta febrero.


Entre el 8 de diciembre y el 2 de febrero del 2024, los católicos pueden acceder a una indulgencia plenaria de sus pecados con motivo de los 800 años desde que se instaló el primer nacimiento viviente.

Para acceder a esta indulgencia es necesario:

- Confesarse.
- Participar de la eucaristía.
- Orar por las intenciones del sumo pontífice.
- No tener afecto ni siquiera al pecado venial.
- Visitar un templo franciscano y meditar ante un pesebre allí preparado.
- Concluir con un credo, padre nuestro e invocaciones a la Sagrada Familia y a San Francisco.

Los franciscanos indicaron que aquellos que están enfermos o no pueden participar físicamente de las celebraciones pueden beneficiarse ofreciendo su sufrimiento al Señor o la realización de práctica de piedad.