Esta iniciativa de la diócesis de Santander, para ayudarnos a vivir de un modo más intenso el año extraordinario que el Papa Francisco ha convocado sobre San José, comienza su andadura con la atención puesta en la vocación. Y es que el elemento vertebrador del Patrono de la Iglesia Católica es su respuesta siempre diligente y confiada a la voluntad de Dios.

Dice el Papa Francisco en Gaudete et exultate, n. 19, “Para un cristiano no es posible pensar en la propia misión en la tierra sin concebirla como un camino de santidad, porque “está es la voluntad de Dios, vuestra santificación” (1Ts 4,3). Cada santo es una misión; es un proyecto del Padre para reflejar y encarnar, en un momento determinado de la historia, un aspecto del Evangelio. «Sed santos, porque yo soy santo» (Lv 11,45; cf. 1 P 1,16).

En ese gran proyecto de amor que Dios ha dispuesto para el mundo se inserta la gran misión a la que nos convoca. Desde el principio de los tiempos cada uno de nosotros es un sueño de Dios para llevar a plenitud el plan de salvación que ha dispuesto. El Concilio Vaticano II lo destacó con fuerza: «Todos los fieles, cristianos, de cualquier condición y estado, fortalecidos con tantos y tan poderosos medios de salvación, son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de aquella santidad con la que es perfecto el mismo Padre»

Como subraya el Papa Francisco en su carta de convocatoria de este año extraordinario podemos encontrar en San José “un intercesor, un apoyo, un guía en tiempos de dificultad”. Su figura nos muestra cómo, aunque aparentemente desempeñemos un papel secundario o callado en la historia, estamos llamados a ser constructores del plan de salvación.

“San José nos recuerda que todos los que están aparentemente ocultos o en “segunda línea” tienen un protagonismo sin igual en la historia de la salvación”.

Al contemplar la figura de San José que nos presentan los evangelios resalta como, a pesar de las muchas dificultades a las que se tiene que enfrentar, ante la mirada confiada en el Padre se convierte en fiel custodio del Salvador. Su actitud valiente y fuerte ante las adversidades es capaz de convertir lo ordinario en extraordinario.

Aunque a veces surjan las tentaciones de querer una intervención extraordinaria de Dios para terminar con las dificultades, la figura de San José nos muestra como quien sigue su vocación es capaz de transformar el mundo. Como recoge el Papa Francisco en la Patris Corde, “Dios actúa a traves de eventos y personas. José era el hombre por medio del cual Dios se ocupó de los comienzos de la historia de la redención. Él era el verdadero “milagro” con el que Dios salvó al Niño y a su madre”.

Con creatividad y valentía va superando paso a paso cada una de las dificultades que se le presentan en el camino y se convierte así en maestro que enseña a Jesús a hacer la voluntad del Padre. Por ello San José es patrono de los seminarios, pues él se convirtió en escuela del que es Camino, Verdad y Vida. Al responder a su propia vocación los sacerdotes están llamados a ser guías que acompañen a otros a seguir la voluntad de Dios; a ser colaboradores de los obispos en la difusión de la verdad del Evangelio; a ser generadores de vida a través de los sacramentos, por los que entra la fuerza de Dios en el pueblo cristiano para que puedan seguir su propio camino.

INTERPELACIONES

- ¿Estoy convencido de que la meta de todo cristiano es alcanzar la santidad, la patria del Cielo?

- ¿Trato de descubrir la voluntad de Dios en mi vida?

- ¿Pido la luz para verlo y fortaleza para seguir el camino que Dios ha dispuesto para mí?

- ¿Medito habitualmente sobre la importancia de los sacramentos para seguir ese camino?

- Ruego por las vocaciones al matrimonio y para que las familias sean auténticas escuelas de vocación?

- ¿Rezo habitualmente por las vocaciones a la vida sacerdotal y consagrada?


ORACIÓN A SAN JOSÉ

Salve, custodio del Redentor
y esposo de la Virgen María.

A ti Dios confió a su Hijo,
en ti María depositó su confianza,
contigo Cristo se forjó como hombre.

Oh, bienaventurado José,
muéstrate padre también a nosotros
y guíanos en el camino de la vida.

Concédenos gracia,
misericordia y valentía,
y defiéndenos de todo mal. Amén.

(Papa Francisco, “Patris Corde”)